(...) Este problema de la dependencia de las circunstancias es capital, y por eso he insistido en él. La tentación del pensamiento cuando se hace abstracto es la renuncia a las circunstancias, el afán de independencia frente a ellas, la autarquía que termina en la indiferencia, para que el hombre no sea menesteroso, no necesite nada distinto de él. Pero esto es un error, porque el hombre es circunstancial. Nadie lo ha formulado más radical y enérgicamente que Ortega en su primer libro: "Yo soy yo y mi circunstancia". No es que yo “tenga” una circunstancia o “esté” en ella, es que yo soy yo y mi circunstancia, mi realidad está constituida también por ella; y por eso añade: “y si no la salvo a ella no me salvo yo”.
Julián Marías en “La Felicidad Humana”.
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