JOSÉ LUNA: (...) Los ojos de Lucía Febrero se abren al mundo como dos preguntas verdes. Y su corazón también es una pregunta.
FILOMENA: ¿Verde?
JOSÉ LUNA: (Turbado). Sin color, Filomena. Pero más terrible que las otras. Esa es una pregunta que hace llorar.
LEONE: (A García, por José Luna). ¡García, está delirando!
GARCÍA: ¡Es la lujuria que se le metió en los ríñones!
JOSÉ LUNA: (A Filomena, patético). ¡Filomena, no me digas que no has entendido!
FILOMENA: No entiendo nada, José.
JOSÉ LUNA: (A Cantabelli). Y usted, ¿lo entendió?
CANTABELLI: Naturalmente. Lucía Febrero es una pregunta viva; lo ha sido eternamente.
JOSÉ LUNA: ¡Gracias, Cantabelli! Usted es un hombre. ¿Y si nos tuteáramos?
CANTABELLI: José, todavía no.
JOSÉ LUNA: (A todos). ¡Oigan! El señor Cantabelli ha dado en la tecla: Lucía Febrero es una pregunta urgente.
Pero aún cuando no exageres
la verdad es que no eres
con veinticinco alfileres
nada más que una pulguita
y eres ya una mujercita
y una pregunta infinita
como todas la mujeres.
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