domingo, 22 de enero de 2006

Instrumentos de salvación

(...) como esas figuras de vírgenes mártires que se pueden ver en las antiguas miniaturas, vírgenes mártires cada una con un hacha gigantesca o un potro portátil o una parrilla sobre la que había sido asada en una etapa previa de su carrera. Pero en ese caso la santa llevaba el arma de sus enemigos. Fue ciertamente una de las más audaces y más pintorescas de las revoluciones hecha por la cristiandad, esta idea de que las cosas usadas contra alguien se hacían parte de él; que no solamente pudiera besar la vara del castigo, sino usarla como bastón. Sentía, supongo, que cuando una lanza al rojo vivo atravesaba el cuerpo de un caballero, se convertía en alguna forma en su propiedad.
"De todo un poco" es una selección de artículos de Chesterton (gracias por el dato). El fragmento citado es del artículo que se llama: "Fanatismo en las áreas residenciales", y no es parte del tema central, aunque es muy interesante.
Y qué gran símbolo (y más que eso quizás) es que las cosas usadas contra el cristiano se hagan parte de él. Quizás sea ese uno de los atributos del "luchador divino", ese que nombraba Hans Urs von Balthasar:
Ningún luchador es tan divino como aquél que puede aprestarse a vencer mediante la derrota. En el momento en que recibe la herida mortal, su adversario cae definitivamente herido a tierra. Pues él ataca al amor y resulta afectado por el amor.
De "El corazón del mundo", El Reino, II.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Nada más nuestro que el "simbolo" de la cruz, donde fué colgado nuestro redentor...

hna. josefina dijo...

¡Me encantó!Lo de Chésterton y lo de von Balthasar.
¡Muchas gracias!

Álvaro Menéndez Bartolomé dijo...

Es cierto: y es lo que sucede en al Acontecimiento de la Encarnación. Él se encarnó, tomó nuestra carne, que era su enemiga por la desobediencia. De otro modo no nos hubiese salvado, porque si Él no se también hombre verdadero, nuestro ser-hombre no hubiese participado de la Redención; siguiendo el pricipio de los Padres 'lo que no fue asumido, tampoco pudo ser salvado', que tanto valor tuvo contra las herejías. Pero también al revés: Él es Dios verdadero. Atanasio lo condensa muy bien cuando afirma: "Si el Hijo fuera criatura, el hombre sería solamente mortal, por no estar unido a Dios [...]. Si el Hijo no fuera verdadero Dios, el hombre no podía ser divinizado porque estaría unido a una criatura".