"Hijo de plegarias y milagros", un artículo sobre Czeslaw Milosz (1911-2004), por Seamus Heaney; en "Letras Libres", México, y ayer domingo 9 de enero de 2005 en La Nación.
Siempre se me complicó leer estas traducciones. Y esta se puede decir que es doble: la traducción de Pura López Colomé del original de Heaney, el cual dice haber leído a su amigo Milosz sólo por traducciones.
El sufrimiento y la oportunidad que ofrece de hacer cosas buenas, de amar, de dar sentido a la existencia... esas ideas me resurgían nuevamente al leer algunos párrafos del artículo.
Sin embargo, como para probar la verdad de la idea de William Butler Yeats, según la cual no hay avance sin contrariedad (...)El poeta debía estar allá abajo con el populacho común y corriente, cara a cara con la familia de refugiados (...)Se necesitaba una conciencia acerca de la trivialidad y las tribulaciones de la vida de los demás para humanizar el canto. No era suficiente desplazarse por los salones del mundo avant-garde. (...)Milosz habría entendido profundamente y habría estado de acuerdo con la contención de John Keats en cuanto a que el uso de un mundo de dolor y perturbación habría de aleccionar la inteligencia, convirtiéndola en un alma. (...)Milosz demostró la falsedad del verso de T. S. Elliot acerca de que el ser humano no puede tolerar demasiada realidad. (...)
Por otros pasajes me acordaba de Unamuno. ¿Por qué? Dice así el artículo:
Su credibilidad [la de Milosz] fue y seguirá siendo primordial. Nunca mostró el menor gesto solapado en cuanto a su profesión de fe en la poesía, a la que alguna vez llamó la "aliada de la filosofía al servicio del bien" (...)
Y repasando las primeras hojas de "Del sentimiento trágico..." de Unamuno encontré lo que buscaba:
Cúmplenos decir, ante todo, que la filosofía se acuesta más a la poesía que no a la ciencia. (...)
Y esto lo decía Unamuno porque quería rescatar el valor de la filosofía como una expresión de la vida de su autor, más que como algo que surja de un proceder científico o una evolución de sistemas. Me apuntan acá que Nietzsche decía que "toda teoría es una biografía", y esa es la idea, si no me equivoco. Dice luego Unamuno:
Cuanto sistemas filosóficos se han fraguado como suprema cocinación de los resultados finales de las ciencias particulares, en un período cualquiera, han tenido mucha menos consistencia y menos vida que aquellos otros que representaban el anhelo integral del espíritu de su autor.
Y decía antes:
En las más de las historias de la filosofía que conozco se nos presenta a los sistema como originándose los unos de los otros, y sus autores, los filósofos, apenas aparecen sino como meros pretextos. La íntima biografía de los filósofos, de los hombres que filosofaron, ocupa un lugar secundario. Y es ella, sin embargo, esa íntima biografía, la que más cosas nos explica.
En este momento debo hacer un paréntesis. Estas palabras favorecen a la de Florencio Arnaudo, que fuera mi profesor de Doctrina Social de la Iglesia (y de tantos otros defensores de Descartes) que decía que una cosa era la creación de Descartes y otra la que habían hecho sus "sucesores". Quizás unir la creación de Descartes con la de otros a los cuales criticamos su alejamiento de la verdad (por decirlo de alguna manera) es algo falso, más de un ordenamiento sistemático de la historia de la filosofía que de algo real. Mas no sé.
Cerramos paréntesis; reforzamos la idea Unamunesca y cerramos el triángulo "poesía-filosofía-vida del autor" con este otro comentario de Heaney:
Lo que nosotros recibimos de la prosa, como de la poesía, es el discurso total de un hombre.
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