"En todos los pagos tenía amigos que lo querían y respetaban, aunque poco tiempo paraba en un punto. Su ascendiente sobre los paisanos era tal que una palabra suya podía arreglar el asunto más embrollado. Su popularidad, empero, lejos de servirle, parecía fatigarlo después de un tiempo".*
Popularidad que fatiga. Puede ser un buen síntoma. El cansancio de las cosas bien hechas, que no se opone a la alegría, puede darse en el caso de una autoridad bien ejercida. Una autoridad ejercida como servicio, distinta que una autoridad mal ejercida, ejercida por alguien que busca el propio provecho solamente, es sin duda algo trabajoso y nada fácil.
* Don Segundo Sombra, Ricardo Güiraldes.
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