Quedó rondando por ahí otro consejo o "apreciación" de Larreta (pero no de Pascal esta vez).
Dice así:
"El exceso de trabajo acabó por ocasionarme una grave excitación nerviosa. El ala de la demencia me rozaba las sienes. Escribía ya en un estado de completa alucinación. Algunos pasajes trágicos tenía que trabajarlos por espacios muy cortos y dejarlos de carrera, en seguida, como el niño a quien le mandan a buscar un objeto en un cuarto obscuro. Cierto crítico francés lo comprendió así más tarde, con extraordinaria fineza. Esos estados dolorosos suelen favorecer al artista. El violín interno resulta más sensible, más vibrante. Se diría que la excesiva salud entorpece, engrasa sus cuerdas, quita agilidad a su murmullo, viveza a su grito."
¿Siguiendo este consejo puedo consumir algunas drogas (o algunas copas de más) y así crear a lo lindo? Sería tonto hacerlo. ¿Puedo entender esto desde un punto de vista positivo? Creo que hay que hacer algunas salvedades. Excesos... hay excesos que pueden no ser buscados. No digo no culpables. Imaginemos que ponemos todo nuestro empeño, día y noche, en innumerables obras, por ser fieles a la voluntad de Dios, por obrar por fe y con amor... bueno, no sería nunca exceso, creo.
Dejemos de lado los excesos, entonces. Hablemos de los sufrimientos "justos". Se me ocurre ahora pensar en Juan Pablo II. En su afán de servicio a Dios puede sufrir (cansancio, dudas de fe), y esos sufrimientos pueden darle una "sensibilidad" más fina. Pero no sensibilidad artística, que podrá tener, sino una cosa que más que sensibilidad es gracia. El sufrimiento como posibilidad de recibir la gracia de Dios, ¡eso es! Eso es lo que me imaginaba al leer la frase citada.
Hablaba Castellani en "Las Parábolas de Jesucristo" de la pobreza como la realidad material que nos sitúa mejor en nuestra realidad espiritual (e integral) de seres pobres (y de ahí el valor que tiene la pobreza). Análogamente se me ocurre: el sufrimiento como aquel que nos sitúa mejor en nuestra realidad de "sufrientes" (por haber caído, por haber perdido el paraíso y ser pecadores).
Vivir sin sufrimiento sería una especie de engaño, como podría ser vivir en las riquezas. Es por eso que sin sufrimiento podríamos entorpecernos, podrían engrasarse nuestras cuerdas, estar faltos de agilidad nuestros murmullos, de viveza nuestros gritos.
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