"Sería absurdo pretender que en la Edad Media el adquirir conciencia del hombre por sí mismo no se realizara de modo implícito en el movimiento mismo del pensamiento metafísico o teológico hacia el ser y hacia Dios, o del pensamiento poético y artístico hacia la obra por crear. Pero tal conciencia faltaba en cuanto investigación deliberada y expresamente reflexiva, de lo que tenemos un ejemplo notable en los místicos mismos. La Edad Media es rica en místicos incomparables, pero si no tuviésemos más que los documentos dejados por ellos y no conociéramos las obras de una santa Teresa, de un san Juan de la Cruz, de una María de la Encarnación, sabríamos poca cosa de los estados interiores, las pruebas, las noches de las almas encaminadas por aquella vía; y podríamos creer que los místicos de la Edad Media hubieran ignorado todo ello, y salvo en la decadencia de la Edad Media, en los tiempos de un Ruysbroek y de un Tauler, no juzgaron menester hablar de ello."
Jacques Maritain en "Humanismo integral", I, 1, La cristiandad medieval.
"¿No sería gran inorancia, hijas mías, que preguntasen a uno quién es, y no se conociese, ni supiese quién fue su padre, ni su madre, ni de qué tierra? Pues si esto sería gran bestialidad, sin comparación es mayor la que hay en nosotras, cuando no procuramos saber qué cosa somos, sino que nos detenemos en estos cuerpos, y así a bulto, porque lo hemos oído y porque nos lo dice la fe, sabemos que tenemos almas; mas qué bienes puede haber en esta alma, o quién está dentro de esta alma, o el gran valor de ella, pocas veces lo consideramos, y así se tiene en tan poco procurar con todo cuidado conservar su hermosura. Todo se nos va en la grosería del engaste o cercado de este Castillo, que son estos cuerpos."
Santa Teresa de Ávila, "Las Moradas", Moradas primeras, Capítulo primero.
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