Parece haber sido muy pintoresco, en cuanto a despliegue de la imaginación, este Xul Solar. Yo me preguntaba porqué una calle (poco más de una cuadra), medio oculta en los confines oeste del partido de San Fernando, llevaba su nombre; es porque nació en ese partido. Eso no lo hace pintoresco, sino el hecho de que, como dice por ahí, “liberó también su pulsión inventiva a través de un panajedrez; una panlengua; una recreación del español, el neocriollismo; un tipo de teatro de títeres para adultos”.
“El panajedrez, panjuego, o ajedrez criollo, se diferencia del ajedrez convencional por su cantidad de casillas. Posee 13 en lugar de las ochos habituales. La cantidad de piezas son 60, en lugar de 32, con 30 correspondientes a cada jugador. Las casillas se correlacionan con el tiempo... y las constelaciones y signos zodiacales. La partida se comenzaba fuera del tablero. La anotación de las jugadas puede generar palabras, motivos musicales y pictóricos. El juego así no sólo admite las combinaciones de movimientos sin fin. También permite estimular la creación musical y pictórica”.
Dicen acá que dijo en 1951: “Soy campeón del mundo de un juego que nadie conoce todavía: el panajedrez; soy maestro de una escritura que nadie lee todavía; soy creador de una técnica, de una grafía musical que permitiría que el estudio del piano, por ejemplo, sea posible en la tercera parte del tiempo que hoy lleva estudiarlo. Soy director de un teatro que todavía no funciona. Soy el creador de un idioma universal: la panlengua, sobre las bases numéricas y astrológicas, que contribuirá a que los pueblos se conozcan mejor. Soy creador de doce técnicas pictóricas, algunas de índole surrealista y otras que llevan al lienzo el mundo sensorio, emocional, que produce en el escucha una audición musical. Soy creador de una lengua para la América latina: el neo-criollo con palabras, sílabas, raíces de las dos lenguas dominantes: el castellano y el portugués”.
Dicen acá que dijo en 1951: “Soy campeón del mundo de un juego que nadie conoce todavía: el panajedrez; soy maestro de una escritura que nadie lee todavía; soy creador de una técnica, de una grafía musical que permitiría que el estudio del piano, por ejemplo, sea posible en la tercera parte del tiempo que hoy lleva estudiarlo. Soy director de un teatro que todavía no funciona. Soy el creador de un idioma universal: la panlengua, sobre las bases numéricas y astrológicas, que contribuirá a que los pueblos se conozcan mejor. Soy creador de doce técnicas pictóricas, algunas de índole surrealista y otras que llevan al lienzo el mundo sensorio, emocional, que produce en el escucha una audición musical. Soy creador de una lengua para la América latina: el neo-criollo con palabras, sílabas, raíces de las dos lenguas dominantes: el castellano y el portugués”.
Aunque me desilusionó un poco porque, al parecer “su amigo Jorge Luis Borges señaló que Xul modificaba el juego en forma permanente y que, a raíz de esto, no existen reglas escritas completas que permitan su juego”. Aunque según el autor del ese artículo (¿cuál? Este), “de todas formas, la propuesta del artista es clara: el juego era una aventura creativa que buscaba la comunicación espiritual de los adversarios con "la ventaja de que ninguno pierde y todos pueden ganar al fin".”
"Recuerdo que una vez, refiriéndose a su invención, Xul Solar me dijo:
- Este juego tiene la ventaja de que ninguno pierde y todos ganan al fin.
Y meditando en esa 'felicidad' y esa 'facilidad' que otorgó él a sus jugadores, me digo ahora y le digo al numen venerable de Xul:
- Si tu panjuego estuviera, como sospecho, en analogía con el jugar divino ¡qué bueno sería comprobar al fin que todos hemos ganado y ninguno perdido en este ajedrez existencial a que fuimos lanzados por el Celeste Jugador!"
El lector interesado en el ajedrez ya habrá pensado por asociación en Fischer y su Fischerandom. Bueno, esto parece ser algo distinto, aunque otros ya lo han relacionado (mismo artículo antes citado).
Al parecer de alguno, “lo mejor que pueda hacer el lector que desee saber más sobre su obra [la de Xul Solar] es visitar la casa donde vivió hasta su muerte, en la calle Laprida 1212, Buenos Aires, hoy convertida en Museo Xul Solar”. Parece haber sido muy pintoresco este Xul Solar.
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