El bien y el mal, el héroe (el santo), el líder de un grupo, el sabio y sus consejos. ¿No se corresponde todo esto con nuestras inquietudes y nuestras más sinceras ansias del corazón? Lo que tememos, lo que esperamos, lo que deseamos ser.
Desde esta perspectiva, muchas cosas que antes veía como manifestaciones de superficialidad puedo verlas ahora como expresiones de un corazón simple, un corazón de niño. Es el caso de la abundante filmografía proveniente de Estados Unidos (con perdón de sus paisanos, que vienen medio criticados del post anterior).
¿Por qué son tan “exitosas” las películas norteamericanas? O mejor dicho, ¿por qué tanta gente las ve y dice que le agradan? Hay muchas veces (que el buen gusto no se pierde) una trama muy simple, como una historia para niños. Y si nos "enganchan" es porque apelan a eso, al niño que tenemos dentro.
Y claro, puede ser pecaminoso quedarse en la superficie de las cosas, no profundizar, no crecer. Pero no esta mal tener un corazón de niño. Querer el bien, que el bien triunfe, que el héroe salve a la gente, que el sabio nos dé un consejo que oriente nuestra vida hacia la felicidad. Aunque sepamos que eso no es siempre así, incluso aunque sepamos eso.
Muchas películas del país del norte tienen algo de los “cuentos de hadas”. Y Hernán nos contaba cosas de Tolkien acerca de los cuentos de hadas. Quizás se pueden aplicar a esta cuestión.
¡Los finales felices! No siempre las cosas terminan bien y hay que saberlo. Pero viéndolo desde otro ángulo, ¿quién no desea un final feliz? Un final feliz es una gran exigencia del corazón. Jesús murió, pero luego resucitó, y eso nos hizo felices. Es cierto que a veces pensamos que podemos “vivir eternamente”, que “no hace falta morir para resucitar”. Pero no es así, para vivir eternamente hay que morir. Y sí, hay mal en el mundo, en nuestra vida. Pero eso no nos debe hacer dejar de desear el bien.
Hablaré del otro aspecto, la superficialidad, para no cerrar sin contemplar los reclamos de alguna voz que ya me suena en los oídos. La superficialidad que muchas de las películas norteamericanas tienen creo que está dada, entre otras cosas, por su apelación a emociones fuertes. El “sutil estilo”, que decía un cantante. Mirando las películas para niños de “Walt Disney – Pixar” veo que son todas muy similares, persecuciones y escapes, gritos y sonidos fuertes, y todo ello en una seguidilla constante, que no da respiro. Esto te aleja del pensamiento, de la reflexión, de la contemplación profunda. “¡Es para niños!”, me dirán otros. Y yo les diré que también las películas para adultos tienen muchas veces esa tónica.
Por supuesto que se pueden decir muchas cosas más, pero esto es un post. Si algún norteamericano llegara a estar leyendo, sabrá disculpar mi poco conocimiento de su cultura y de su cine.
Desde esta perspectiva, muchas cosas que antes veía como manifestaciones de superficialidad puedo verlas ahora como expresiones de un corazón simple, un corazón de niño. Es el caso de la abundante filmografía proveniente de Estados Unidos (con perdón de sus paisanos, que vienen medio criticados del post anterior).
¿Por qué son tan “exitosas” las películas norteamericanas? O mejor dicho, ¿por qué tanta gente las ve y dice que le agradan? Hay muchas veces (que el buen gusto no se pierde) una trama muy simple, como una historia para niños. Y si nos "enganchan" es porque apelan a eso, al niño que tenemos dentro.
Y claro, puede ser pecaminoso quedarse en la superficie de las cosas, no profundizar, no crecer. Pero no esta mal tener un corazón de niño. Querer el bien, que el bien triunfe, que el héroe salve a la gente, que el sabio nos dé un consejo que oriente nuestra vida hacia la felicidad. Aunque sepamos que eso no es siempre así, incluso aunque sepamos eso.
Muchas películas del país del norte tienen algo de los “cuentos de hadas”. Y Hernán nos contaba cosas de Tolkien acerca de los cuentos de hadas. Quizás se pueden aplicar a esta cuestión.
¡Los finales felices! No siempre las cosas terminan bien y hay que saberlo. Pero viéndolo desde otro ángulo, ¿quién no desea un final feliz? Un final feliz es una gran exigencia del corazón. Jesús murió, pero luego resucitó, y eso nos hizo felices. Es cierto que a veces pensamos que podemos “vivir eternamente”, que “no hace falta morir para resucitar”. Pero no es así, para vivir eternamente hay que morir. Y sí, hay mal en el mundo, en nuestra vida. Pero eso no nos debe hacer dejar de desear el bien.
Hablaré del otro aspecto, la superficialidad, para no cerrar sin contemplar los reclamos de alguna voz que ya me suena en los oídos. La superficialidad que muchas de las películas norteamericanas tienen creo que está dada, entre otras cosas, por su apelación a emociones fuertes. El “sutil estilo”, que decía un cantante. Mirando las películas para niños de “Walt Disney – Pixar” veo que son todas muy similares, persecuciones y escapes, gritos y sonidos fuertes, y todo ello en una seguidilla constante, que no da respiro. Esto te aleja del pensamiento, de la reflexión, de la contemplación profunda. “¡Es para niños!”, me dirán otros. Y yo les diré que también las películas para adultos tienen muchas veces esa tónica.
Por supuesto que se pueden decir muchas cosas más, pero esto es un post. Si algún norteamericano llegara a estar leyendo, sabrá disculpar mi poco conocimiento de su cultura y de su cine.
1 comentario:
Hsay veces en que lo tan simple se confunde con lo superficial,en definitiva ningùn hombre puede sieno lo que es ,creatura de Dios poca cosa,donde hay reflexiòn,poesia,sentimientos que compartimos las personas es un poco màs fac`l sentirse en casa, es lo que hay...En una visiòn bien personal comparto que el Norteamericano posee un perfil infantil ingenuo, asì como a los Chilenos nos señalan de "tontos graves", clasificaciones que como todas tienen limitaciones pero permiten sintetizar ,por supuesto
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