(...) Es imposible acoger la cruz de Cristo —y la cruz del cristiano— sin un camino espiritual.La cruz no tiene sentido para quien confía sólo en la eficiencia material, en los programas técnicos, en los proyectos sociales. No tiene sentido para quien no quiere darle lugar a la vida interior, para quien cree que los problemas humanos se pueden resolver suplantando al hombre, su libertad y su corazón.La cruz no le dice nada, incluso se convierte en obstáculo y crea dificultad, a quien no sabe abrirse al misterio, a quien no acepta la Sabiduría que viene de lo alto, a quien no respeta los tiempos largos y pacientes en los que se realiza la acción de Dios, a quien pretende que el amor de Dios corresponda a los deseos de hombre de manera apresurada, rápida e inmediatamente, de manera superficial. La cruz es obstáculo para quien no tiene la valentía de desapegarse de mismo para ponerse en las manos del Padre. Es sólo un símbolo mudo de dolor para quien no está dispuesto a vivir la solidaridad con Cristo y con los hermanos, para quien exige la solución automática de todos lo problemas sin prestar la propia colaboración. Para quien ve en el dolor de los demás un fastidio que ha que descargar sobre las espaldas de los otros, y no una incitación al acercamiento y a la comunión fraterna.La falta de profundas actitudes espirituales tiende, pues, a hacer vano el mensaje de la cruz. Encontramos así, la cruz en nuestras iglesias, la colocamos en nuestras casas, la colgamos en nuestros cuellos sin tener la valentía de tomar nuestra cruz junto con la de Jesús.
Del Cardenal Carlo María Martini, en el libro "Por los caminos del Señor". Me hizo acordar a aquello que había puesto Javier. Fui y vi que se había armado un suculento "comentareo".
No hay comentarios.:
Publicar un comentario