sábado, 11 de marzo de 2006

¿Libre interpretación?

Cada uno agarra para donde quiere, pero no es cuestión que las palabras pierdan su sentido y encima se vuelvan contra el autor.

El poema se llama "Largo día de cólera" y pertenece a "Días como flechas", de un muy joven Marechal. Él mismo, en el disco, dice que el poema es un "material rescatado del incendio", ya que es muy crítico de sus obras pasadas.

¿De qué habla el poema? Pues yo, que aunque voy progresando, tengo mucha dificultad para entender algunas poesías, encontré rápidamente un sentido a ésta. El silencio que es "atacado" por el hombre, que "debe" hacer y hacer, con sonoro ruido, miles de cosas, de actividades, seguir muchas pasiones y tener mucho agitamiento.

Quizás la clave sea eso de "debe", por eso lo puse entre comillas. En un tono especial se dice:
¡El motivo no importa! Fabricamos campanas
que muerdan el silencio
y el mundo es un pandero que se quiebra en tus puños
o en mis fuertes rodillas.

(...)

¡Lo esencial es romper el silencio y el agua
de los grandes mutismos!

Yel silencio es un buey que se arrodilla
fustigado de voces.
Yo entiendo en todo esto, al menos, una visión crítica del silencio que no hacemos. Vean que es el silencio quien se vengará...
Yo anuncio un largo día de cólera.
Y entonces,
de pie, gesticulando como un dios,
apretará su hinchado corazón el silencio,
fruto de todas las palabras muertas.

El mar extenderá sus puños de agua
sobre una floración de ciudades atónitas.

Viejo trompo sin niños,
en un rincón de noche se detendrá la tierra.

Y un dios color de algas
ha de amasar el barro de otro mundo sin voces
ante una gran frescura de diluvio...
Así esta dado el poema. Entonces, venir a comentar sobre el autor, como para presentar el disco y decir esto: Comunicación a través de la belleza: esto es lo que logra Marechal, que no en vano dice: "Lo escencial es romper el silencio, y el agua / de los grandes mutismos./ ...fabricamos campanas / que muerdan el silencio". Y es así: Marechal rompe el silencio de la incomunicación con la infinita gradación de matices de sus campanas, grandes y pequeñas, pero cuya tonalidad sonora tiene una idéntica pureza.
Decir eso es casi no haber entendido nada.
O el que no entendió nada fui yo.

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