sábado, 24 de diciembre de 2022

Revolución

"En todo esto hay un cierto aire de revolución, como si el mundo se hubiera invertido. Sería inútil tratar de decir algo adecuado, o algo nuevo, sobre el cambio que el concepto de una divinidad nacida como un hombre sin ley o un proscrito, implicaba sobre todo el concepto de la ley y sus deberes con respecto a los pobres y a los sin ley".
(G. K. Chesterton, El hombre eterno)

miércoles, 14 de diciembre de 2022

Una calandria

(Hoy más temprano)

En este momento me detengo un rato y miro por la ventana. Bajó una calandria y se posó en las ramas secas de una ligustrina, en una punta que no creció. Aún así, algo picaba la calandria. En la cuarentena las calandrias habían hecho nido en esa ligustrina, o al menos estaban ahí los pichones, pidiendo comida. Y les traían. Las calandrias habían "tomado" toda esa zona. La ausencia de pasantes lo haría un lugar tranquilo. Quizás esta calandria vino a reconocer "aquella" zona (ahora que no hay clases la zona está un poquito más tranquila también). Después bajó, dio unos "pasitos" en el piso, unos saltitos por la máquina de marcar las canchas. Y después se fue.

¿Por qué, Señor, el hombre pasa por la vida
sin ver el sol que habita en las cosas sencillas,
el resplandor del monte vivo en su alegría,
matando el pájaro y su propio corazón?

No quiero ser un árbol muerto en el camino,
crucificado sin madera ni destino.
Ya no tendré jamás el canto de su pico,
la miel del alma que enjoyara su sabor”.

(Fragmento de letra que Ramón Ayala puso a "La Calandria" de Isaco Abitbol y Julio Montes, según nos cuentan en un blog; hay otras versiones que cambian “su sabor” por “nuestro amor”; dos videos).

miércoles, 30 de noviembre de 2022

Adviento 2022

En los inicios del blog hablábamos mucho del Adviento. Había más tiempo para escribir y menos ocupaciones. La mayoría de las ocupaciones de hoy surgen de la vida familiar. Es una santa ocupación la que me toma el tiempo. Eso sería un consuelo. Aunque a veces siento que no debo conformarme con eso. Me consuela saber que la familia es una vocación pero me queda siempre la pregunta de si estoy haciendo bien con solo eso; si estoy aprovechando todos los talentos o amando a los demás como Dios lo hace conmigo. Sin embargo, por más que pienso, no encuentro satisfacción para esa inconformidad. Creo, eso sí, que las respuestas me las dirá Dios. Si sigo atento. Si sigo inconforme. Dios me lo dirá. Siempre fue así en mi vida.

miércoles, 16 de noviembre de 2022

Clics avisados

Cuando no hay tiempo para escribir es porque hay menos para leer. Estuve errante sin rumbo por tierras de Heine, De Amicis, Lorca, Lin Yutang y yo qué sé cuántos. Pero cuando pasan esas cosas está la música. Y los siguientes videítos no pueden dejar de "contarse".

Ved que lindo hace y toca Andrés Pilar una versión de "Biromes y servilletas" de Leo Maslíah.

Ved que apasionada (y también con un elaborado piano) la versión de Rozzi de "Hand in my pocket" de Alanis Morissette.

Nunca había prestado la debida atención a lo que hizo el Chango Spasiuk con el noruego Per Einar Watle. Es para escuchar en vivo, sin lugar a dudas.

Con esta los fulmino. Si andan en clima, los fulmino. El tema es de Julio Franchi y tiene una letra genial. Esmeralda Escalante, la mitad de Ainda, hace esta tierna versión íntima.

No sé cómo se gestó una versión en italiano de aquella "Something stupid" que cantaban Frank Sinatra y su hija. Mucho menos cómo pudo cruzar el Atlántico hasta Venezuela.

No me he olvidado del folklore, no señor. Genial es lo que hicieron Nadia Szachniuk y Juan Falú y ustedes ya lo saben. Esta me gusta mucho:

sábado, 29 de octubre de 2022

) 20 años (

Tengo un octubre en que estoy muy atrapado por las cosas de este mundo. Quizás la menos de este mundo sea un matrimonio para siempre que cumple 20 años. Hace mucho que no hago mención de sucesos de la vida personal pero quizás esto lo merezca.

Habiendo hecho un hueco para la mención ya se empieza a estrechar el espacio otra vez, tal es la presión del contexto. Como cuando en el día del aniversario, que cayó en día de semana, hubo que codear a los elementos de este mundo para hacerse lugar, presentarse frente a Dios en una misa y comer algo todos juntos.

Ahora que se va cerrando el espacio de esta entrada doy gracias a Dios y a M. por todo lo recibido y pido a Áquel que siempre nos siga acompañando.

lunes, 3 de octubre de 2022

Reemplazar un tres por un dos


(2/10). Pasé la noche cuidando a mis sobrinos y para eso me acomodé en un sillón de su casa. Mientras ayudaba a la menor, que procuraba acomodar el vientre para poder dormir tranquila, y triangulábamos con la mayor, que volvía de Luján, se daban algunos momentos de calma en el sillón, en los cuales me encaré con el primer tomo de las Completas de Borges. No pasé de los primeros poemas de "Fervor de Buenos Aires". Pero no por culpa del libro sino por mi falta de fuerzas. De uno de los poemas tomé una foto a la mañana siguiente (hoy), para poder llevármelo y seguir trabajando en este enigma de dos versos:

"Ni el pormenor simbólico
de reemplazar un tres por un dos…"

Hoy pude iniciar finalmente "Otra vuelta de tuerca" de Henry James (iniciar es meter cuarenta páginas y saber que uno va a poder seguir). Pero por momentos volví al poema de Borges. En una mateada se lo mostré también a ella. La solución fácil era el cambio de fecha (una fecha en particular en que había sido hecho el poema y nosotros no conocíamos) pero, ¿cómo pasar de un tres a un dos? Debería ser una cuenta regresiva.

(3/10). Lo único que encontré en Internet es que por ese entonces se pasaba de 1922 a 1923. ¡Pero eso me pone muy nervioso! Remplazar un tres por un dos, en mi idioma, siempre fue sacar el tres y poner el dos. Uno puede dejar pasar eso en una nota periodística, pero no en un poema de Borges. O yo no conozco mi idioma. O el arte tiene licencias que no conozco. O a Borges se las han dado. Encima en una traducción al inglés que encontré se dan el lujo de como darlo vuelta y hacerlo encajar: "Neither the symbolic detail / of a three instead of a two".

(De vuelta 2/10). Esta noche empecé a buscar números que cambien "al revés". Por ejemplo si se pasará del siglo XIX al XX se pasaría de tres "cifras" romanas a dos. Pero eso no sirve en este caso. Incluso pensé algo medio tonto. "Fin de año" son tres palabras y "Año nuevo" son dos. No parece gran cosa. Pero al menos es reemplazar tres por dos (en el momento en que confluyen "un lapso que muere y otro que surge").

miércoles, 21 de septiembre de 2022

De Laucha a Pablo Inaudi

Mi esposa dice que lo leían en el colegio. Y claro, por eso en esa casa de usados había varios ejemplares de esos Losada chiquitos. Seguro lo usaban también en los colegios de Munro. He visto esto en varias oportunidades. Deben ser remanentes que llegan a la librería desde algún colegio o profesor.

No me pareció nada ejemplar la vida del Laucha como para andar "enseñándola" en los colegios, menos aún católicos; pero no soy docente. De todos modos me detengo en la frase que dice el personaje en el momento cumbre de la historia: “Pero ¡miren lo que son las cosas! Habíamos empezado tan bien cuando ¡zás-trás!, no faltó quien viniera a descomponer el baile. En esta vida no hay fiesta completa”. (Roberto J. Payró, El casamiento de Laucha).

Una frase que podría haber pasado así nomás, pero yo quise tenerla un rato entre manos. Quizás porque era el único gesto de este personaje medio chantún, medio “derrotado de entrada”, ya resignado, que mostraba algo de sapiencia. Un realismo bastante aceptable el de Laucha. Y digo bastante aceptable porque hoy en día los realismos son más escépticos, ¿no? Pero muestra sapiencia quien sabe que no puede tener todo en la vida y más aún quien dice “en esta”, quizás como dejando abierta la idea a que haya otra en donde valga la contraria.

La frase me quedaba resonando. Y creo que no es difícil que un lector de Marechal la pueda relacionar con el encuentro de Lisandro Farías con Pablo Inaudi en El Banquete de Severo Arcángelo. Digo por esa imagen de la fiesta, ¿vio? Mire lo que se me vino a la cabeza:
—Y no es todo —insistió Inaudi—. Hay en usted un «júbilo de víspera» que se manifestó desde su infancia.
—No entiendo —le dije.
—Desde su infancia, ¿no ha gozado usted más la víspera de una fiesta que la fiesta en su realización?
—¿Cómo lo sabe? —le respondí en mi asombro.
—La fiesta en sí lo entristecía como una decepción irremediable.
—¿Y qué significado tiene?
—Que usted, por intuición, ha venido soñando con una «fiesta inmensa».
Esto es muy superior, claro está. Darse cuenta que la fiesta no es completa por aquí abajo es un primer paso. Pero en el hecho, complejo, de pensar que la insatisfacción de la fiesta, en contraste con el júbilo de la víspera, es indicador de que esperamos una fiesta inmensa se está dando un segundo paso mucho más largo.

Es más que realista. Es ver una realidad más grande. Es como si Laucha se diera cuenta que él busca en todas las cosas una felicidad que las cosas no le pueden dar plenamente.

Y es importantísimo confiar en ese deseo, en ese sueño de la fiesta inmensa. Al fin de cuentas no es más que confiar en nuestra intuición. Pero eso ya es otro paso.

jueves, 15 de septiembre de 2022

Para los que sepan apreciar

Foto de Wikipedia (nada que ver con la imagen descripta en la entrada)

Los colectivos 59 son un espectáculo digno de verse. Si les toca alguna vez ir, en Olivos, por la calle Pelliza y que los detenga el semáforo de España, es muy probable que vean uno cruzar. Nuevo, impecable, con las ventanas bien transparentes. Y si además va casi vacío, lo cual allí es muy probable, y despacio (como con fiaca pero luciéndose a la vez), es como ver una de esas escenas de televisión donde dos personas trasladaban un vidrio enorme cruzando la calle (solo que en este caso el vidrio pareciera moverse solo).

Ya que empezamos esta entrada solo con esto para contar, podríamos traer algo más viejo que descansaba anotado en los borradores. No lo publiqué porque ya estaba muy monótono con las páginas de los libros y los números de los colectivos. Pero quien llegó hasta acá en esta entrada es digno de saber lo que sigue.

Tanto en “Tom Sawyer” (Twain) como en “Martita Ofelia y otros cuentos de fantasmas” (Castellani) me tocó detenerme en la página 118. Y al ver ese número me encontré ambas veces como transportado a Barrancas de Belgrano. El 118 estacionaba en la playa esa que está junto a la estación Belgrano C del Mitre. Siempre me pareció más elegante que mi 55. Las unidades brillaban ahí estacionadas y muchas ya eran de las “trompa chata”. Lo recuerdo como un colectivo que iba pa’l centro (como Garufa, el sábado a la noche). Pero no era así. Sin embargo la palabra “Parque Patricios” en su frente debía ser un signo de distinción. No distinción por ir a un barrio caro y elegante, sino distinción al estilo de quien posee un buen nombre.

Pero eso es casi todo de mi imaginación. Porque yo lo miraba hasta que me subía a mi rojo 55. Colectivo, el 55, que no tiene porqué sentirse inferior, ahora que lo pienso. Él va por una calle de distinguido nombre como Thames y lleva el nombre de un santo en su frente (San Justo). ¡Nada mal!

martes, 13 de septiembre de 2022

El tiempo es poco, loco

Los blogs que frecuento (y supe frecuentar) son amigos del poema "The fool" de Padraic Pearse y de su traducción al español hecha por el Padre Leonardo Castellani con el título (el poema) de “El loco”.

“Quien pudiera ser ese loco realmente cada vez más”, me preguntaba. Sin ser un imbécil como ese Grabois, que se debe creer que sigue al Papa cuando dijo a los jóvenes que “hagan lío”; Grabois se me hace una moderna y “light” criatura de una vieja Teología de la Liberación.

En las antípodas de Pearse y Castellani debe estar el músico argentino Andrés Calamaro y sin embargo cada vez que ponen esta canción tarareo el estribillo por varias horas. Y me voy entre una interpretación escatológica y otras interpretaciones más pueriles pensando cuál debe haber sido la idea de Calamaro cuando dijo: “Yo soy un loco que se dio cuenta que el tiempo es muy poco”.

Digan si no es para un poema cristiano. El loco de Pearse o Castellani tomando conciencia de que pronto llegará ese día en que “el grano maduro caiga en los graneros, y los pobres sean llenos que andaban vacíos”. Pensamiento que no se contrapone con su “imprudencia”, pues la del loco es una imprudencia en el dar, en el derramar los días. Un no calcular los costos en el amor. Y no tiene que ver (y pueden ambas convivir) con la prudencia de las vírgenes que esperan con la lámpara encendida la llegada del novio. Quizás porque es en la misma despreocupación por el futuro donde está la prueba de que sabemos que el tiempo es poco. El tiempo es este poco que tengo ahora y quizás nada más.

Pero Calamaro… Uno tiende a pensar que Calamaro declara que el tiempo es poco para luego continuar con algo muy moderno como “vivirlo al máximo”, como se dice ahora. Pero no parece tampoco eso. Porque no sale corriendo. Al contrario, él va a caminar solito, sentarse en el parque y “fumarse un porrito” y reprimir su deseo de matar a un mimo o un clown. Está “down violento, down radical”, dice, y que aprendió el papel principal: “yo soy un loco que se dio cuenta…”

Lo más que llego a vislumbrar es como que se da cuenta que no tiene tiempo para perder matando al clown, quizás porque haya cosas más importantes en que invertir dicho tiempo. Si es así, a su forma ha logrado algo. No como yo, que todas las mañanas tengo que andar gritando: “vamos, vamos que llegamos tarde al colegio”. Eso porque nadie mira el reloj y tengo que ser yo el loco (que se dio cuenta que tiempo queda poco).

sábado, 10 de septiembre de 2022

Desconociendo al enemigo (o "De tan bestia, daba ternura")

Me despertaron los gritos. Cantaban como de cancha pero hablaban de un tal Chucky o como se escriba. Hice abrir y cerrar el auto a ver si el "cuic" de la alarma los alejaba. No hubo caso. Salí despacio. A través de la reja los ví. Chicos jóvenes, unos cinco o seis, por subirse a un auto. Algo envalentonados por la bebida. Pero parecían buenitos. Me quedé mirando un rato. Seguían cantando. Me pareció escuchar algo de "el que no salta es un inglés" pero no entendía bien. Había habido un partido de Tigre, pero no parecían para nada hinchas rezagados. Como sea, pensé que el grito no iba a funcionar. Pero se hizo un silencio en el canto y alguien dijo de ir yendo. Entonces con voz fantasmal de dormido les dije desde detrás de la reja (pues no me habían visto): "sí, vamos a dormir". Se dan vuelta y: "¡Uh! ¡Perdón, sí, disculpe!" No dije nada, pegué la media vuelta y empecé a entrar. Y fue ahí cuando sucedió aquello. Fue ahí cuando uno de ellos me agrega: "Es que estamos celebrando la muerte de Margaret Thatcher".

Freeze.

No atiné a reírme ni nada. Siguieron con "¡Las Malvinas son Argentinas!" como buscando la simpatía. Como yo ya estaba de espaldas, levanté mi brazo en son de guerrero acuerdo. Pero al entrar fui a las noticias. Por si acaso, a verificar. No sea que además de la Reina Isabel II se hubiera vuelto a morir Margaret Thatcher.

lunes, 29 de agosto de 2022

Mayoría de edad (y Nuestra Señora de la Guardia)

Hoy el blog cumple 18 años y quise buscar un título muy original para la entrada. Pero después le puse el que tiene ahora.

Este año es bueno recordar que nuestros festejos coinciden (como todos los años) con las fiestas patronales de Nuestra Señora de la Guardia. Y que la Parroquia homónima de Victoria se encuentra hoy celebrando una edición especial de dichas fiestas porque, después de más de cien años, cumplirá con la ceremonia de Dedicación del templo y Consagración del altar.

Don Orione, devoto de la Virgen de la Guardia en Italia, llegó a este templo en 1921 y encontró una imagen de "su" Virgen, lo que lo decidió a empezar su obra argentina en este lugar. "Vine a la Argentina para levantarle una iglesia pero ella fue mucho más diligente que yo y me la entrega hecha".

martes, 23 de agosto de 2022

Otros doce clics

Cuando lanzamos "doce clics" fue un éxito de ventas y la verdad es que queríamos dejarlo allí (y que nos quede el buen sabor en la boca). Pero el mundo de los negocios es tirano y la discográfica exige una tanda más. Segundas partes rara vez fueron buenas, pero estamos llenos de segundas partes...

Clic uno, temones por su autor I
Clic dos, temones por su autor II
Clic tres, Lari en grosolandia (cap. 2)
Clic cuatro, nunca pensé que me iba a emocionar una batería sintetizada
Clic cinco, "¡Chaccarera!"
Clic seis, cuando otra Eva era una nena
Clic siete, chupate esa golondrina
Clic ocho, otra notable discípula de Chamorro
Clic nueve, les quedó bien
Clic diez, alguien dijo: "buen cover, pero nadie nunca la cantó con una mano en el bolsillo"
Clic once, un Ainda tierno como el de antes
Clic doce, Derek sale un rato con un amigo y Susan no se ofende

domingo, 14 de agosto de 2022

El libro y los días

Me da la sensación de que los personajes de Faulkner tienen muchas miserias morales pero la gran mayoría no presume de ellas. Hasta dan pena. No creen en el pecado pero creo que son sinceros, no malvados. Piensan. No se conforman con su estado. (¿Me ilusiono?)

Me detengo en la página 114. (Como escribí por ahí, en las páginas "cienes" pienso en colectivos). 114. Lo recuerdo de Barrancas hacia el oeste. Verifico y llega a Devoto, luego dobla al sur y cuando va por allá hace un peculiar "acompañamiento" a la Dellepiane. Llega a Puente de la Noria.

Me detengo en la página 172. Sorprende saber que este colectivo, una de cuyas puntas estaba cerca de mi casa, mantiene los colores de entonces. Bastante boquenses.


Las palmeras salvajes no es gran cosa. Tiene sus momentos. Después de las metáforas de Miró, la comparación de las de Faulkner contra ellas me resultan cómo oscuras contra claras; geniales pero algo oscuras. Quizás sea el ambiente en dónde aparecen, todo lo que pasa antes y después.
"Había un altoparlante en el bar, sincronizado también; en ese momento, una voz impersonal y cavernosa bramaba deliberadamente una frase de la que se distinguía una que otra palabra, “tren”, luego otras que la mente reconocía uno o dos segundos después, como nombres de ciudades esparcidas en el continente, ciudades vistas más que nombres oídos, como si el oyente (tan enorme era la voz) estuviera suspendido en el espacio mirando el globo terráqueo girar pausadamente entre las nubes y revelar en fragmentarios vistazos las evocativas y extrañas divisiones de la esfera restituyéndolas a la nube y a la neblina antes que la visión y el entendimiento pudieran percibirlas del todo".
Me gusta más la novela paralela dentro de la novela, El viejo (The old man, como le dicen al Mississippi). Me fascinan todas las cosas relacionadas con ese poderoso río. Y la pintura de Faulkner cuando el camión de presidiarios va por el camino hacia el sur es realmente una pintura. Y cuando el tipo caza cocodrilos. Y cuando entrega todo de vuelta.

Me detengo en la 208, exhausto de la historia. No hay colectivo aquí que yo recuerde, pero debe existir. (Los mayores a 199 ya son puramente de GBA y si bien algo conozco, no soy experto).

Cerré el libro y salí a luchar con los elementos en la modesta versión de podar una parra que avanzó para todos lados. (Hay una parra justo en lo que acabo de leer de Faulkner). Mientras podo ramas secas me cae una gota fría en la frente. Lo primero que pensé fue en esas mujeres hindúes que tienen un punto rojo en la frente. Dudé un rato acerca de si era agua o savia de la parra (es algo tarde para la poda). Al rato veo que era savia. Eso lo descubrí una primavera. La parra gotea como una canilla que tiene mal el cuerito. Ya está mandando savia "a chorros". Ya es tarde. De todos modos algunas ramas más le tengo que sacar.

Le hago aire sacando algo de ramas de palta.

Mi dedo gordo derecho no puede escribir bien esto porque está acostumbrado a la fuerza del serrucho zapallero.


A veces desespero por un gesto de lucidez, de heroísmo. Pero sé que no lo habrá. Faulkner es patético y desagradable. No sé si al final lo leo por terminarlo. Ella viene y me dice que encontró un cubrecama viejo que es el que había absorbido toda el agua cuando había sido la tormenta y el agua pasó por debajo de la puerta. Había que tirarlo. Y todo eso parecía una historia dentro del mismo libro mientras pasaba. Y al rato tuve que frenar. Estaba cansado de leer. (No había colectivo tampoco).

Corté las ramas ya podadas de la parra, que son como alambres desenroscados, para reducirlas. Con una tijera de podar de una mano. Se volvió a cansar la mano. Volví a leer. Ahora faltan 66 páginas, de 379.


Ya lo terminé. Por fin. Hace mucho que no leía tanto de corrido. "Hubiera sido preferible emplearlo en un mejor libro", pienso.

martes, 9 de agosto de 2022

Ni Borges pudo

Siempre me pregunté por qué los traductores de los libros no tienen nada de fama. Su nombre figura chiquito entre la ficha y otros datos del libro, mientras que un prologuista cualquiera aparece fácilmente en grandes letras en la tapa. Siempre me lo pregunté pero hoy al menos sentí que no estaba equivocado en mi percepción.

Porque en mis palmeras salvajes faulknerianas, una mal recortada y por ende de feos márgenes edición de Edhasa, abajo de "título original" y encima de "diseño de la colección" aparece bajo el título de traductor el nombre de nadie menos que de Jorge Luis Borges. (Mientras que en la tapa se anuncia casi con el mismo tamaño que el título el "Prólogo de Juan Benet"). Si ni Borges pudo hacer destacar la labor del traductor, qué más cierto que lo que yo pensé y por cuyo porqué empecé la entrada preguntándome.

No niego que puede haber sesudos prólogos o, aún más, regios estudios preliminares, pero el trabajo del traductor es artístico y es el arte lo que uno debe apreciar cuando va por un texto literario (porque todo este tiempo estuve pensando en textos literarios, claro). Es arte encontrar la palabra o la expresión adecuada. Es cosa que Google no sabe aún hacer y dudo que alguna vez lo pueda. Pero no hace falta seguir explicando, porque se han dicho muy interesantes cosas al respecto y no es aquí donde conviene que pierdan el tiempo leyendo sobre el tema.

sábado, 6 de agosto de 2022

Welch y Rawlings hacen uno de Cindy Lauper y pienso en otros covers folk

Me gusta escuchar la versión de Gillian Welch y David Rawlings de “Girls just want to have fun”, el éxito de la música pop de Cindy Lauper allá por los ochenta.

 

Coinciden los comentaristas del vídeo en que esto fue en un tal Merlfest Midnight Jam en abril del 2002. Pude encontrar el video y eso comprueba que están nuestros conocidos Chris Thile en la mandolina y Sarah Watkins en el violín… Me quedan dudas sobre el bajista, porque ningún comentarista lo menciona. (Alguien por ahí nombra a Mike Marshall, pero este es un mandolinista también, ¿sería posible que en esta oportunidad haya tomado el bajo?)

Sea como sea la plantilla de músicos, la versión es genial. Se escucha cómo la gente se va dando cuenta del tema que están tocando, Thile no para de hacer firuletes con la mandolina... Si van al video no tendrán un buen sonido pero podrán ver cómo todos están muy contentos. A veces pienso si Thile no abusa de los firuletes (lo he visto acompañar a varios músicos), pero Rawlings le da pie todas las veces que entra. Me cae simpática esta gente.

Me imagino que es como si acá un grupo de folklore se pusiera a tocar una de rock. Y entonces lo primero que recordé fue al Chango Spasiuk tocando “Seguir viviendo sin tu amor” de Spinetta. Después recordé que el Dúo Coplanacu hacía “Yo vengo a ofrecer mi corazón” de Fito Páez. Supe escuchar un disco de Mercedes Sosa en que hacía “Inconsciente colectivo” de Charly García. Y así siguiendo…

lunes, 25 de julio de 2022

De las canteras al mar


Dentro de su rusticidad, la entrada a Estación Chapadmalal no deja de tener su encanto. Un paredón feo, de lo que sería una fábrica de ladrillos, termina abruptamente y aparece en curva una Capilla de San Benito. Una estación de policía no tan fea, algún jardincito más cuidado que otro...

Esta no es Colonia Chapadmalal, ni el costero complejo homónimo, de presidentes en traje de baño. Esta es una estación de tren en la zona de las canteras de piedra caliza, pegadito a Batán, a unos 15 kilómetros de la costa. El ramal de tren es el que viene de la estación Mar del Plata, ese que todavía hace unos años cruzaba la ciudad sin vías llevando gente a Miramar.

Cantera

No hubo tiempo de detenerse. Nos quedaba poco sol. El camino al mar tomaría todavía media hora más. Para salir de Estación Chapadmalal hay que, cosa rara, confiar en Google y desoír cierta voz intuitiva. Caerse de una curva asfaltada y agarrar un camino ancho, consolidado pero deteriorado.

El campo alrededor es una delicia de sembrados y arboledas. Inquietaba un poco el crepúsculo y no saber si habría alguna zona intransitable que nos obligara a ir hacia atrás (allá en los pagos "bravos" teníamos mucho sol por delante y mucho tiempo para volver para atrás). Pero todo transcurrió con normalidad. Cruzamos lo que llaman "la vieja ruta a Miramar" y entramos en las zonas más lejanas del barrio de Los Acantilados. Otro tramo y llegamos con el atardecer al mar. El sol hacia sus últimos dibujos a nuestras espaldas.



sábado, 23 de julio de 2022

Vuelta brava


Dice Miró en un pasaje llamado Toponimia: "Un nombre de lugar demasiado histórico y celebrado es un bien de todos; es decir, demasiado ajeno". Eso pasa no solo con los nombres sino con los lugares mismos, y muchas otras cosas como canciones, libros, etcétera. Y por eso (también por eso; y lo supe al leer esas palabras) me gustan las cosas raras y alternativas, siempre y cuando sean de buena calidad.

Vamos al punto. Yo podría traerles acá hermosas fotos de la Laguna Brava, o La Brava; fotos de lugares que algunos recuerden y a los que otros puedan acceder fácilmente. Pero les traje estas porque no las va a tener cualquiera. En el momento de tomarlas el fotógrafo y su familia se encuentran en un puentecito sobre el arroyo El Peligro, afluente de la laguna desde el sur.


Cruzar el arroyo permite darle una vuelta a la redonda a la laguna y correr entre las sierras Brava y La Vigilancia. El cacique Cangapol era quien dominaba en una época la zona (dicen que fue quien expulsó a los jesuitas de la cercana Laguna de los Padres) y de su nombre alternativo, Nicolás el Bravo, vienen los toponímicos de la zona.

Ya no estaba el cacique y sí los signos de nuestra civilización, pero costó hacer la vuelta porque la huella es angosta y profunda. Nuestro móvil no es 4x4 pero es alto y pudo salir adelante mientras los pastos le acariciaban la panza. Pero hubo que ir como el mostaza Merlo, paso a paso, para no meter la pata en un "aujero".

Ir despacio no fue un problema porque se iba charlando con el entorno. Los protagonistas de siempre estaban allí; los que vieron caciques, españoles, jesuitas y nosotros. Los destacados: dos halconcitos plomizos (Falco femoralis) y unas loicas con su pecho encendido.



Nota: para hacer este camino salir de la 226 a la altura del parador El Dorado e ir por camino consolidado hacia el complejo Ruca Lauquen. Pasado este y habiendo tocado tangencialmente la orilla este de la laguna, seguir otro tanto hasta camino que sale a la derecha sin indicaciones.

domingo, 10 de julio de 2022

Sunday, baladí sunday

Fui a abrirle al gato sin soltar el libro y cuando me di cuenta lo estaba sosteniendo con un dedo a modo de señalador (al libro). Me acordé de aquél amigo de la casa que decía hacer eso y la foto de su ancestro inmortalizado en una escultura con un libro en la mano y el dedo como señalador (estuvo aquí). 

*

El libro va por las páginas de los primeros "cienes" y siempre recuerdo a los colectivos cuando veo los números. Hice una pausa en el 108, ese colectivo que cuando estudiaba en la facultad había fallecido y lo hacía un ramal de la 168, pero que hace poco lo vi moderno y veloz, con su propio número en la frente, en Retiro. Puse el señalador en la 110, ese colectivo que tenía tan buena pinta por aquellas mismas épocas; unidades nuevas y brillantes que iban por Scalabrini Ortiz y al final cambiaban a Malabia y Luis Viale.

*

El ruido fue claro. Fue casi como la primera vez que lo escuché. Casi. No fue exactamente igual. Pero nada podría haber hecho ese ruido sino una palta. (Hace unos pocos años escuché por primera vez una palta, y cualquier fruto, caer del árbol al piso). Pero no estaba. No estaba en el piso al descubierto, ni entre las ramas de la última poda. ¡Estaba en una horqueta del limonero! Pero ya estaba vieja y tenía dos caracolitos milimétricos. ¿Sería esa? ¿Tan avanzada estaba cuando cayó? Y debía ser nomás, no había otra opción. Anoto: Este año las paltas están listas antes. Hay muchas menos y están listas antes.

sábado, 9 de julio de 2022

Un tren interrumpe menos y promete más

(Vías en desuso en Azcuénaga, Buenos Aires; foto propia)

¿Qué sentido tiene lamentarse por el fin del apogeo de los trenes como si fuera una injusticia o un mal de la modernidad? Los trenes eran más lindos y más románticos que los ómnibus o los camiones. Eso sin duda. Pero su apogeo fue un apogeo de la economía y la industria, dentro de un proceso que, por sus mismas razones de ser, iba a derivar en otra cosa sin reparar en la belleza o el romanticismo de aquellos. No ver eso y lamentarse es algo necio. Ahora bien, lamentarse por una belleza perdida no está mal. Porque, ¡qué lindas eran las cosas del tren!

De las cosas más lindas que leí sobre vías férreas estaba aquello de Faulkner en “Los invictos”, cuando el primo le mostraba a Bayard las vías y cómo pasaba el tren. El descubrimiento y el asombro. Lo trajimos en Enero: clic.

Pero en su relación con las carreteras este es un fragmento genial, de la experiencia de Miró en el Levante español:
“Camino nuevo en los montes cerrados. Esta era la comarca de los pueblos escondidos. El camino sigue nuevo. El frescor de la sierra no le deja criar polvo. A los lados, las matas de madroños, de sabinas, de aulagas y enebros; la salvia, el brezo, el romero, las pimpolladas de pinar, aun tienen su verde intacto. Porque nada rae y encallece el paisaje en el paisaje como las carreteras. La carretera es gente y arrabal, aunque esté solitaria. La carretera ya no es distancia, sino la medida de las distancias. Suprime un concepto de silencio, de clausura, de pureza que tenía cada rodal, cada instante del campo, siendo como era, guardado en sí mismo. Un tren interrumpe menos y promete más. Los carriles traspasan los campos con prisa y sutilidad. Brota la hierba, más dulce junto a las vías. Cuando el tren desaparece deja una emoción de países remotos. Es como una leyenda de civilizaciones, de hermosuras, que se comunica de cualidades agrestes. Después se queda el campo más hondo, más callado, más estático. La carretera siempre es la misma; es vecindad, y nada más promete el pueblo inmediato. De modo que para Sigüenza, ese ruralismo de las carreteras con automóviles quita la intimidad de los lugares que vio, en otros tiempos, sin carretera”.
(Gabriel Miró; Años y leguas, Caminos y lugares, Bolulla)

domingo, 3 de julio de 2022

Agua de la buena

Hace tiempo que no leía algo tan bueno sobre el agua. Es para leer muy tranquilo; debería haberlo colgado más temprano...
"   ¿Quién recogió las aguas entre sus brazos como una túnica?

   Únicamente Dios. Ya lo sabe Sigüenza.

   Sigüenza y muchos quisieran gozar del agua, cogiéndola, ciñéndola, modelándola como una ropa dócil a nuestros dedos. Se lo hace decir a Salomón en sus Proverbios que sea el agua tan infinita en sí misma, tan incorpórea en su cuerpo, y la codicia de tenerla y de romperla en su unidad fugaz y perdurable.

   Si ve, Sigüenza, bullir el agua en la sierra o en la vera, la sentirá con los ojos, con las manos, con la boca, con el pecho, aspirándola desde la superficie al fondo. Si pasa Sigüenza por los secanos, se incorporará su carne la sed de los terrones. Y en la sed se le aparece el agua en todas sus imágenes: agua de hontaneda, delgada y virgen; agua despedazada por los berrocales; agua de rambla, con guijas tibias de sol y adelfos rojos; agua celeste de albercón; agua de pozo, que siempre está esperando nuestra mirada; agua de surtidor, que sube soltándose entera en cada gota, cada gota cerrada con luz y júbilo de ser ella hacía el cielo, y arriba se dobla el tallo de toda el agua y cada gota vuelve a ser agua lisa de balsa; agua hacendosa de molino; agua que se aprieta en los alcorques, calando las cepas y los troncos; agua de lluvia; agua cogida viva dentro de la mano; agua de la peña a la boca como una miel mordida en la bresca y como una fruta en la rama; agua recién nacida, que se arranca con cantarillo de lo más profundo del origen, que todavía sale con el helor duro de la piedra, y viene sin sol, sin cielo, sin campo encima y dentro de ella; agua afilada y desnuda; agua de roca... ¡Quién la recogerá y torcerá como un paño precioso!

   Dios.

   Pero, además de Dios, ¿no cae también en poder de los hombres que la uncen como un buey a todos los trabajos y servicios, y la ciegan en cañutos de plomo y de cemento, y la cuentan, la miden y la envuelven en fojas de escrituras de propiedad? Esta es el agua urbana; y el agua es creación y corazón que estremece lo creado, espejándolo y comprendiéndolo todo; tierra, firmamento, aire, soledades. Agua en la inocencia y la gracia antes de los primeros hombres de empresas hidráulicas.

   ¿No es esa misma agua la del cantarero de las casas levantinas? Esa, pero de cada pueblo. El primitivo lar se ha trocado en cantarero, y la brasa en frescor. Un poyo de yeso y de manises, o de madera de pino y chopo, siempre recién fregada. Arriba, la leja donde están los tazones redondos, con un poncil encima, los vasos tallados, con geranios, albahacas y mirtos, las copas con un clavel, con una biznaga de jazmines que llevó la hija de la casa entre sus dedos o entre su pecho, y se le ha quedado el olor de virgen que hace pensar en la muerte. Cuelgan del muro los platos de Valencia y Murcia, de orlas azules, y, en medio, un pájaro, un pez, un ciervo, un pomo de flores o de frutas, un pescador, un cazador, todo balbuciente, como pintura de niño rural de esta comarca. Plateras y lebrillos, con sus bordes de rizo de una cerámica de ágatas; picheles de reflejos de lumbres antiguas; lo mejor de la loza y del vidrio que trajo la mujer el día de la boda. Y en los ruedos de los poyos, o encima de la piedra, de pie, se levantan los cántaros, de un blancor rubio y tierno, de caderas finas y húmedas, y las asas como unos hombros y codos redondos que parecen de pasta de candeal. Siempre llenos. Se les siente siempre llenos, cerrados con limones grandes, olorosos. Pero hay, por lo menos, dos cántaros que tienen en su boca la magnolia de la jarra, el bernegal de labios ondulados como un follaje de arcilla dulce. También siempre llenas las jarras; con tapa de respiraderos, porque el agua ha de respirar y mirar para que no se duerma o se quede encantada; y el agua se siente a sí misma. En ella está todo el campo, el campo del pueblo del que recibe su nombre; allí quietecito en el cantarero. Y aunque no tengamos sed cogemos la jarra de las dos asas y bebemos despacio, mirándonos los ojos en el guardado corazón del agua. En seguida nos circula una claridad de inocencia rebrotada, una intimidad de viejas memorias con las vigas del techo, un reposo de principio de tiempo que ha de durar mucho. La familia se acordará de otro forastero que también bebía y se sentaba como nosotros y que ya no sabe por dónde camina, ni si camina siquiera.

   El agua del bernegal nos hace sentir al lado toda la fuente del pueblo; la de la cuesta con el ruido de los once chorros dentro del ruido alto de los grandes follajes de los álamos. Manan los caños en la pila morena y larga del abrevadero y lavadero. Vienen y vuelven las mozas con los cántaros acostados o rectos sobre su frente nazarena; niñas en filas, con los cántaros cogidos de la mano como criaturas; mujeres de luto con el cántaro en los ijares, mendigos, ovejas, jumentos de aguador, mulos con el arado en el lomo y al aire el filo de la reja untado de madre de bancal.

   Suenan más puros y más frescos los caños en el atardecer. Hora bíblica y de romance, hora vieja de humanidad, como en todas las fuentes del mundo; como siempre. Olor íntimo del agua que toca las raíces profundas en la tierra tan tierna como un fruto descortezado; olor del agua desde el tiempo. Como en todas partes; es verdad; pero en cada pueblo, su olor. El de la fuente del pueblo donde está Sigüenza, el suyo, el mismo que recogió Sigüenza en otros años, que era el mismo de siempre; el aliento de aquel lugar desde su principio. Allí en esa eternidad y fugacidad del agua se quedaba el tiempo inmóvil y solo.

   Agua de pueblo, de este pueblo, que Sigüenza bebió hace veinte años. Tiene un dulzor de dejo amargo, pero de verdad química, que todavía es más verdad lírica. Bebiéndola se le aparece en la lengua el mismo sabor preciso del agua y de su sed de entonces. En aquella sed estaban contenidas todas las promesas de las claridades de un agua lejana para todas sus avideces. Desde aquella sed, junto a la pila de esta fuente, ¡cuánto mundo, Señor, cuánto mundo se le deparaba entre el arco de sus sienes! Y, ahora, todos esos años, los veinte años venían dóciles como corderos y se paraban a beber y mirarse en la pila viejecita donde cabía temblando el firmamento.

   -¡Como esta agua no habrá catado ninguna! -le dicen las gentes-. ¡Ya es usted otro hombre desde que llegó de Madrid y bebe de nuestra agua! ¡Un hombre nuevo!

   ¡Hombre nuevo! ¡El hombre nuevo a costa del hombre de antes, como el de las Sagradas Escrituras!"

(Gabriel Miró; Años y leguas, Agua de Pueblo, El cantarero y la fuente) 

 

viernes, 17 de junio de 2022

Modo Miró

Y claro, se impuso la lectura que era ágil, la del inglés de los güesos. Además de que su también pobre impresión era, sin embargo, mucho más agradable de manejar. No es que no sean ágiles los años y las leguas de Miró, y son un disfrute total. Pero se necesita estar fresquito para aprovecharlo, para leer la metáfora y sentirla. Y esa penosa edición de Salvat no ayuda. Edición que encima se da corte de tener un "Comité de patronazgo" cuyos integrantes eran Dámaso Alonso, Presidente de la Real Academia Española, Miguel Angel Asturias, Premio Nobel de Literatura y Maurice Genevoix, Secretario Perpetuo de la Academia de Francia.

Después de leerlo un rato fui al fondo y los limones estaban de postal. Capturaban la última luz del día y brillaban tenues en medio de la penumbra. La misma luz final se agarraban dos laterales ciegos de dos edificios cercanos. Los limones probablemente la tomaran de ellos. El farol del vecino ya estaba prendido pero su luz solo estaba allí. Brillaba solo dentro del farol porque la poca luz de afuera era, sin embargo, de una fuerza superior. Había tanto silencio que escuché el tren. El grado normal de un silencio notable es poder escuchar las campanas de las benedictinas. Este era un grado superior de silencio.

Uno escribe torpe pero siente adoptar, aunque sea en forma tosca, el modo de lo que lee. Como cuando veías una película de acción y salías dando patadas de karate.

domingo, 12 de junio de 2022

¡Qué te han hecho!

Y me lo imagino al pelado raro ese hablando de cómo mejoraron la conectividad de la ciudad… Pero, ¡han violentado al Pentágono!

Seguro le viene bárbaro a los camiones de Danone o de Carrefour o quizás a algún emprendedor de zona, y no niego que a todos aquellos que muchas veces sufrimos en algún paso a nivel. Sin embargo, ¿han consultado a todos los vecinos? ¿Y a los poetas? ¿A los contemplativos que viven felices con lo que tienen y saben que aunque a veces los nervios nos ponen ansiosos ese lugar era tan pintoresco, tan una isla que no necesitaba ser herida por los autos que pasan a toda velocidad sin saber por dónde pasan?

Ya la veo a una joven con su Up cero kilómetro yendo a su fiestita y pasando por ahí porque así lo indicó Google. Cuando haga Punta Arenas, Bauness y llegue a Warnes ni sabrá que pisó un pedacito de la Donato Álvarez oculta. ¡Y por entrar y no haber seguido el perímetro (ese que es para los que tiene que pasar nomás) nunca habrá conocido el bulevar más triste de Buenos Aires, ese que forman Del Campo y Garmendia! (Salvo que lo hayan sacado, o embellecido; a esto último no me negaría ya que no es fácil transitarlo con el alma sensible).

Túnel de Punta Arenas y vías elevadas de La Paternal, dos heridas al Pentágono que nos dejan algo tristes. Nos consolamos pensando que aún viven tranquilos la Iglesia de Santa Inés y San Camilo o el Club Floreal.

(Y si bien la pena de Carnota debería ser más grande, haber estado escuchándola en estos días me impulsa a dejarla como acompañamiento al cierre de esta entrada).

miércoles, 8 de junio de 2022

Entre el Levante y la Pampa

(6 de junio)

Ando con un problemilla de lo más divertido. Iba yo para la Astral de Munro en este mediodía de poco pero esperado sol (un sol que también luego se desearía hacia atrás y que según dicen no se volverá a ver hasta mañana al mediodía) y no pude evitar detenerme en los cajones de libros usados. En el cajón de $50 ya no había nada que valga la pena. Pero en el de $100 había un ejemplar de "El inglés de los güesos" y, como no lo tenemos, lo tuve que tener. Y mientras caminaba mesmo me adentré un par de capítulos en la historia y quedé enganchau.

¿Y ahora qué hago? ¿Lo dejo a Sigüenza? ¿Me vengo de golpe del Levante a la Pampa? Soy lector de un solo libro y encima ya tengo abierto "La Ciudad de Dios". En fin...

Mi hijo está estudiando biología y una orientación posible son “los huesos”. Y se sabe los nombres científicos de los animales. Por eso a la tarde le leí este pasaje:
- A ver, míster -preguntaba, por ejemplo, el muchacho, señalando con la barbilla un grupo de teruteros reales, que mojaban sus rojas patitas en el agua-, a ver, míster, ¿a que no sabe qué bichos son aquéllos?
- ¡Aoh! ¡Yes!
Y desdoblando su larga silueta, míster James miraba curiosamente hacia el sitio indicado, la recia diestra a modo de pantalla sobre los ojos azules y decía al cabo, muy contento:
- ¡Aoh! ¡Yes! Imantopus, imantopus… ¡Aoh! ¡Yes! Mí conoce…
- ¿Cómo dice?
- Imantopus, imantopus melanurus… ¡Yes! ¡Yes!
Y enarcaba las cejas rubias con gravedad cómica, tratando de convencer al muchacho, que se echaba a reír irreverente:
- ¡Qué “mantopo” ni “mantopo”, míster! ¿No ve que no sabe? Esos son teros riales; ahí tiene, teros riales, ¡pa que aprenda!
Y se retorcía de risa sobre el caballo, divertidísimo con la ignorancia de aquel hombre…
Según notas del editor de mi ejemplar (Editorial Troquel, Clásicos, 1960), acá Benito Lynch "hace alarde de sus lecturas científicas".

Y es en otra nota donde surge el interesante tema del mate dulce. (Recordemos que aquí en el blog siempre pensamos que el mate dulce era una "barbaridad" hasta que supimos que Don Segundo Sombra lo tomaba).

La joven Balbina se había puesto hacer tortas fritas. Y entonces dice el libro:
Después, cuando la masa ya estuvo lista, cuando comenzó a chirriar la grasa hirviente en el sartén y el grato olorcillo de las primeras tortas doradas a esparcirse en el ambiente de la cocina, todos se alegraron de pronto, y hasta el mismo don Juan levantó la cabeza para decir a su consorte que le habían venido deseos de tomar un mate dulce…
A lo que el editor anota: "Habitualmente el paisano toma el mate amargo, cimarrón; pero en ocasiones excepcionales, como especial agasajo, toma el mate con azúcar".

¿Qué opinan de esto? Dejen sus comentarios, suscríbanse y activen la campanita (¿chiste repetido?)

domingo, 5 de junio de 2022

Primeros años y leguas

Y entonces agarré de la biblioteca el librito que tenía al lado. Y era "Años y leguas" de Gabriel Miró. Y me enganché. Y resolví la situación. Dos o tres comienzos ya tentados tendrán que esperar. Porque ahora tengo que leer la historia de este Sigüenza. ¡Qué potentes descripciones!
"Y entonces Sigüenza percibe el grito interior sobrecogido: «¡Campo mío!». Ya se ve, sin verse, en el agua de los riegos que corría, en la cal de los cortinales, en el temblor de los chopos, en el azul, en todo lo que le rodeaba. Como en esa tarde vino en aquel tiempo. El olor de los viejos campos de la Marina, como el olor de su casa familiar en la felicidad de los veranos de su primera juventud. Pero no pareciendo que «fuese ayer», o pareciéndolo precisamente porque entonces sentimos todo lo contrario. Y porque nos oprime la verdad del tiempo devanado tuvo más fuerza alucinante la emoción de esta hora que se había quedado inmóvil para Sigüenza desde entonces. Y hasta hizo un ademán suave de tocarla, de empujarla, queriendo que volviese a caminar a su lado. Una lente lírica le acercaba a sí mismo. En ese algarrobo desgarrado, en aquella quebrada, en un contorno de una colina, en una tonalidad, en un rasgo preciso, debió de dejarse más hincada su mirada, y ahora, entre todo, se le presentaba, no el recuerdo óptico y casuístico, sino la misma mirada, la sensación de su vida, que se había envejecido allí, y ahora le salía para verle pasar, a veinte años de distancia…"
El tomito es de los horribles (pero por alguna razón entrañables) de la famosa "Biblioteca Básica Salvat", esa de distintos colores por temática. Pasar las páginas es desagradable y se nota a mis cuarentilargos lo chiquito de la tipografía. Pero eso no es obstáculo.

¡Y alguien lo estuvo marcando! ¿Lo habrán pedido en el colegio alguna vez cuando éramos chicos? ¿Se leía a Miró en los colegios a fines del siglo pasado? ¿O quizás lo prestamos a alguien? (Solía pasar eso en casa).

El Levante me va a gustar. Estoy seguro. Y se sumará a la Costa Brava, que me mostró Josep Plá hace unos años, para completar en gran parte el Mediterráneo español.
"Las avispas vuelan con dejamiento, con descuido de sí mismas. No se preocupan ni de recogerse las patas. Deben haberse dicho: «Voy cerca, y no es menester que me suba las piernas; colgando van bien; tal como estaba, sobra...». Esas zancas llevan una media de vello arrugadita y caída. Pasan, vuelven, meciéndose en el sol, distraídas y comadres.
Los abejorros, repolludos y malhumorados, se afanan por sentir mucha prisa. Si no se fijan ni cavilan más en las cosas, no es porque les falte capacidad de atención y ahínco; y, si no, que se repare en el bramido que llevan. Pues, si se estuviesen en torno del parral, no lo podría resistir el envigado; cada pámpano se estremecería, doblándose bajo el ímpetu de su viento; una perdición. Además, es que no pueden parar. La inmensa mañana les solicita; todo ha de recibir la sensación de su diligencia.

Llegan los escarabajos con su negrura pavonada. Antenas, palpos, patas se les cruzan reciamente como un costillaje. En su sotanilla bombada y en su bonete, traen ellos todo el sol de los campos en una gota; todo el sol miniaturizado dentro de un azabache. Sus alas y elictras son un molino de hélices y exhalaciones moradas. Se pesan tanto a sí mismos que rebotan contra los pilares. Temen no haberse puesto las alas que les corresponden. Esa es su lástima. ¡Tan bien acabados, esferoidales, carbonosos, bruñidos, organizados para empresas de terquedad, y con las mangas tan cortas que no les permiten sostenerse en todo el día del cielo!

Ven la redonda entrada obscura de un cañuto del techo del parral. Las avispas y los abejorros han visto ese agujero, y nada. Pues los escarabajos no pasan delante del misterio sin escudriñarlo. Les obliga su naturaleza y su crédito. La creación les contempla. El mediodía tan grande, con tanto sol, no puede sumergirse en un tubo de caña. No importa: allí está el escarabajo. No temerá. Para él solo estaba guardada la tenebrosa aventura. Y se agarra al borde del cañuto y se va asomando. Su cuerpo tan orondo principia a sudar y crujir, adelgazándose, afilándose para internarse en el abismo. Después, se queda silencioso; y en silencio, blandamente, se hunde. Fuera, está toda la mañana esperándole. ¿Qué sabrá, a estas horas, el desaparecido? ¿Cómo podrá salir?

El desaparecido sale reculando, y en seguida se le encienden en su espalda y en su sombrero de luto los negros fanalillos de sol. Y se pasa a otra caña horadada. Es otro misterio. No se cansará el investigador. Vuelve a sumirse; vuelve a salir; y acude insaciable al cañuto de al lado. ¿Qué hace dentro? Está encogido, atendiendo lo que piensa de él la gloriosa mañana. A otro cañuto, después al siguiente; todos los pesquisa; y nunca acaba, porque tiene el goce doctísimo de volver a penetrar en los mismos misterios de los mismos cañutos de antes, sin darse cuenta…"

domingo, 29 de mayo de 2022

Scrabble

"¡Quisiera escribir esta palabra, aunque valga tan pocos puntos!" Seguramente alguno de los millones de lectores de este blog haya experimentado alguna vez esa sensación jugando al Scrabble.

Y es como una frustración pues pensamos que el juego se trata de nuestro gusto y capacidad de descubrir una palabra en ese revoltijo de letras, capacidad que está relacionada con nuestro conocimiento, con nuestro arsenal mental de palabras.

Pero en este juego muchas veces se obtienen más puntos si cuidamos la elección del lugar en donde colocar una palabra que la elección de la palabra en sí. O dicho de otra manera, para mejorar nuestro puntaje hay que buscar una palabra para determinado lugar más que una palabra cualquiera solo entre nuestras letras.

Escribir "pampa" o "andar" sobre una casilla de "duplica palabra" o "triplica palabra" puede valer mucho más que escribir en casillas comunes cosas más pintorescas como "hirsuto" o "celemín". Así resulta también que quizás sea más ventajoso poner una ese a una palabra existente y transformarla en plural que disfrutar de formar una bella palabra con más de nuestras letras.

Pero los juegos son así. Y muchos son los que no solo apelan a una capacidad del jugador sino a varias. Y eso es mejor, si es que se puede decir esa palabra, ya que a la larga puede ser más entretenido (o como gustaría decir a los que buscan la parte utilitaria del juego: "desarrolla más capacidades").

Y sin embargo esta característica del Scrabble a veces molesta. Y no me resultaría extraño que en la historia desconocida de este juego, esa historia que se ha desarrollado en casas de familia o quizás plazas de la ciudad, haya habido alguna vez un loco lindo que prefiriera armar bellas palabras a sumar puntos.

domingo, 22 de mayo de 2022

Ring them bells

Hay nuevas bibliotecas, encargadas por M. Son 32 espacios adicionales de 61 centímetros de frente cada uno. Hay que reorganizar todo el conjunto. ¡Genial! Algunos módulos van quedando cerca de la entrada, lo cual es muy útil porque los días en que no se escucha el timbre y uno decide esperar la pizza con la puerta entornada tiene mil opciones para ir picoteando de parado.

Hecha esta "introdisgresión" les voy a transcribir la letra de la canción “Ring them bells” de Bob Dylan. A ver qué les parece. No ayuda mucho que solo digan de esta canción que está “inspirada principalmente en un evangelio” (Wikipedia). Pero tampoco es correcto que lean algo agresivo hacia los cristianos (alguien por ahí en Songmeanings). Si hasta un gesto ecuménico habría por ahí al decir que nuestro Dios es uno. (Claro que el nuestro es también trino, pero no provoquemos ahora al pobre Dylan, creo que viene en son de paz).

Toquemos las campanas porque es necesario avisar al mundo de varias cosas, sí señor. (O yo no entendí nada…) ¿Cuál es tu opinión? Dejala en los comentarios, suscribite y activá la campanit… Ah, no.

Ring them bells ye heathen from the city that dreams
Ring them bells from the sanctuaries cross the valleys and streams
For they're deep and they're wide
And the world is on its side
And time is running backwards
And so is the bride

Ring them bells Saint Peter where the four winds blow
Ring them bells with an iron hand
So the people will know
Oh, it's rush hour now
On the wheel and the plow
And the sun is going down upon the sacred cow

Ring them bells Sweet Martha for the poor man's son
Ring them bells so the world will know that God is one
Oh, the shepherd is asleep
Where the willows weep
And the mountains are filled with lost sheep

Ring them bells for the blind and the deaf
Ring them bells for all of us who are left
Ring them bells for the chosen few
Who will judge the many when the game is through
Ring them bells for the time that flies
For the child that cries
When innocence dies

Ring them bells Saint Catherine from the top of the room
Ring them from the fortress for the lilies that bloom
Oh, the lines are long and the fighting is strong
And they're breaking down the distance between right and wrong

Primero les dejo una versión del autor, con su voz cascada pero con una expresividad única. Y luego para los más remilgados (dicho en forma amistosa) una simpática versión de Sarah Jarosz (o ya el trío "I'm with her", pues están Sara Watkins y Aoife O'Donovan). Y está también Rich Dworsky en los teclados. Era la época de "A Prairie Home Companion", hoy "Live from here".

 

martes, 26 de abril de 2022

Los ambientes


Las hojas de mi “Historia de dos ciudades” son de bastante pobre calidad, a pesar de llevar el famoso nombre editorial de Bruguera. La situación solo se sostenía gracias a Dickens, que es un crack.

Pero hemos dado en el clavo con el cambio de señalador. Pedimos ayuda y vino el famoso Chevy. Pensamos que iba a ser algo grueso para una hoja tan fina (ver el completo estudio de señaladores) y sin embargo no solo no hubo inconveniente con eso sino que además modificó el ambiente. Y ahora las hojas finas son un recuerdo. Están ahí pero pasan desapercibidas y el conjunto, con su señalador, es todo un gusto de abrir, entrar y quedarse. No digo que llegue al nivel de “La ciudad de Dios” con su señalador de “Mercado Cubos”, pero mejoró muchísimo.

Este último es un ambiente perfecto que valdría la pena mencionar si uno supiera escribir bien. No es una edición cara ni mucho menos. Es un lindo ladrillito de tapas lustrosas y coloridas, un interior con tipografía clásica y un señalador que le va justo. Da gusto solo abrirlo, leer dos renglones o incluso no leer. Solo mirarlo.

lunes, 18 de abril de 2022

Más de bondis


Hay mucha gente que recuerda cuáles son los números primos. Yo me sabía los números... que no tenían línea de colectivo. Tenía mi Lumi para verificar. Y de más está decir que conocía recorridos, colores, etc. En 2009, cuando yo ya estaba olvidando todo, crearon la línea 8. “¿Colectivo 8? ¡Qué extraña sensación! Nunca hubo colectivo 8”. Era como si hubieran declarado que el 7 no era número primo. Pero era también un indicio de que el tiempo iba pasando y las cosas en mi pago natal habían cambiado.


La línea 8 es un desprendimiento de la 86. Y así como esa hay otras líneas de reciente creación. La línea 31, antes ramal de la 32. Pero también hay líneas que murieron, como la 52, la Lujanera. Que pasó un breve tiempo a ser Metrovías y luego patapúfete. Uno de sus recorridos lo tomó la 57 (es raro que el clásico de Plaza Italia tenga un ramal Once-Luján). Pero es el de autopista, así que ya nunca veremos la Lujanera por la Avellaneda angosta rumbo a Plaza Miserere como cuando éramos chicos. (Ese misterioso micro gris, con su número chiquito, que era distinto a los que usábamos los de Capital, porque era de larga o media distancia).


Rastrear la vida de los bondis no es fácil. Por ejemplo el caso de la línea 130. El bondi elegante de Figueroa Alcorta. Al parecer la empresa se llamaba "La Primera de Munro" e iba hasta San Isidro. Y antes de ser 130 habría sido 230. En algún momento dejó de ir a San Isidro y se pasó a llamar Transportes Avenida Bernardo Ader (no sé si en forma simultánea o no), terminando el recorrido en Boulogne.


Por ahí veo cosas sobre la línea 49 y me acuerdo: "ese era el distinto de Primera Junta". Siempre fue llamativo que mi barrio fuera punta de línea, pero si era realmente llamativa la línea era porque tenía vehículos Ford, con trompa cuadrada (y no el casi exclusivo Mercedes Benz 1114 con su trompa redondeada). La página "busarg" me confirma hoy, muchos años después, que la mía no era una percepción parcial de la realidad, porque la 49 era justamente una de las líneas con más unidades Ford.

Ya dejé el Mercedes con chofer y vuelvo a conducir. Pero estos días de viajes en colectivo reactivaron mí gusto por estos asuntos, tanto más interesantes cuanto menos útiles sean.

jueves, 14 de abril de 2022

Sincronizando

Para viajar, con la imaginación quienes no fueron (como yo), con el recuerdo quienes sí. Para ir sincronizando con lo que celebramos en estos días. El autor de esta entrada dice esta frase que me impresionó:
"El primer edificio cristiano del mundo fue la casa de María, la madre de san Marcos evangelista".

Hace mucho que no leía (si alguna vez leí alguna entera) una entrada de "Charlotte was both" y en esta recuerda como ellos, de Estados Unidos, descubrían las celebraciones mexicanas de la Semana Santa. Y yo descubro cómo se habla "en norteamericano" sobre eso con frases como:
"This visitation of the seven churches is A Thing".

Vaya un recuerdo para HJG que nos introdujo alguna vez en esos mundos.

Y si no los vuelvo a ver antes, que pasen muy feliz Pascua.

miércoles, 13 de abril de 2022

Doce clics

Clic 1, si les resulta intrigante algo llamado Folclorcito
Clic 2, así se empieza un recital
Clic 3, telúrico y de otro planeta
Clic 4, ulio, ulia
Clic 5, Jon the Baptist tells the people about the approaching ¿golden age?
Clic 6, Stories con Hunter 1
Clic 7, Stories con Hunter 2
Clic 8, chico dandy, rey farsante
Clic 9, the video that changed my mind about Camila Andersen from Necochea
Clic 10, la nueva mitad femenina de Geddy Lee
Clic 11, cuando vi que te tiraba para abajo, para arriba
Clic 12, de Baby driver

miércoles, 6 de abril de 2022

"Status embondis"

El tamaño de los colectivos y sus carteles luminosos producen un fuerte contraste cuando recorren esas tranquilas callecitas de barrio. Este parece que frena cabeceando cuando llega a la avenida; quizás no esperaba a nadie en esa parada hoy, pero estoy yo. El cartel que indica el ramal dice varias cosas pero tiene además una pequeña franja luminosa azul. “Azul, ¿no?”, le pregunto al chofer. No sea que se trate de un adorno (antes el azul era un cartel de algún material sólido).

Hace mucho que no viajaba en colectivo (no tanto como me imputaron cuando supieron que lo iba a hacer pero bastante si descontamos, claro, un viaje a La Plata con F.). Van a ser varios días esta vez. Sería muy exagerado decir que es una penitencia cuaresmal pero podríamos ofrecer las molestias que estos viajes me ocasionen (aunque para eso no debería decirlo acá, ¿no?). Sería muy exagerado porque nunca me molestó ir en colectivo. Aunque ya van tres viajes y me cansé más de lo esperado. Estoy abacanado.

En las tres unidades que tomé hasta ahora me preocupó una cosa. Una cosa que no me molestó tanto (solo en uno, quizás). Pero lo noté en todos. No sé si era el chofer que hacía frenadas y arranques poco suaves, como impaciente ante un tránsito que arranca y frena, medio embotellado, o si era culpa del sistema de caja automática y su regulación.

Claro que si esto lo comparamos con un viaje en diligencia de Londres a Dover en 1775 yo estaba viajando en primera. Digo eso porque cuando “el azul” se fue vaciando pude sentarme y leer un poco “Las Dos Ciudades” de Dickens, que empieza con un viaje como el mencionado. Es muy probable que ese libro sea mi lectura para los viajes (mientras que “La Ciudad de Dios”, del santo africano, ya es la de la mesa de noche). Como conductor cada vez más frecuente siempre extraño la posibilidad de leer en el viaje.

Al final esto de viajar en colectivo dista mucho de ser un sacrificio. Ojalá pueda aprovecharlo para otra cosa. La sensación de estar en camino es más fuerte con estos viajes.

Post scriptum: Cuarto viaje. Estos bondis automáticos tienen la culpa. Transitando despacio, cada vez que suelta el acelerador, cabeceo.

domingo, 20 de marzo de 2022

Somos el centro

El hombre dejó de ser el centro (en una Tierra alrededor de la cual todo giraba) pero los científicos descubrieron que su situación es aún más asombrosa, más peculiar (¡tan improbable!)

Entonces no puede ser, no, no, hay que encontrar ya vida en otro lado. No podemos ser tan únicos. No podemos ser tan especiales.

Pero el universo grita que lo somos y es necio negarlo, es descuidado olvidarlo y no comentar el asombro.

Además (ah, eso sí, así seremos menos especiales) tratemos de vernos como una especie más, que pronto pasará, que encima arruina la tierra así que es el peor virus, que como desciende de una ameba es casi lo mismo (no importa las diferencias que lo transformaron; pareciera como si hubiera un linaje del cual descendemos y eso nos impide ascender en una escala social).

Pero no es así. La Tierra es nuestro "patio de juegos" y quizás maduremos a tiempo para no destruirlo, pero es nuestro patio de juegos. Nuestro. Y las demás especies están a nuestro cargo y cuidado. Así funciona, no seamos ciegos. Es nuestro. Los únicos que tenemos poder sobre él para destruirlo voluntariamente, ¿no se dan cuenta? O los únicos que no dejaríamos que un virus lo hiciera. Otros dejarían que pase, pero no nosotros. Una salomónica prueba de que es nuestro.

Así que lamento informarles que en realidad sí somos el centro del universo. A bancársela, viejo. A hacerse cargo.

[Entradas relacionadas: 1, 2, 3, 4, 5, 6]

¿Un cuarto de pizza chica o una porción de pizza grande?

El diámetro de las pizzas es la cuestión.

(Pi x radiogrande^2)/8 = (Pi x radiochico^2)/4

Pi x radiogrande^2 = (Pi x radiochico^2) x 2

radiogrande^2 = 2 x radiochico^2

radiogrande = √2 x radiochico

radiogrande = 1,41 x radiochico

radiogrande/radiochico = 1,41

(diámetrogrande/2) / (diámetrochico/2) = 1,41

"diámetrogrande / diámetrochico = 1,41"

Hacé esta cuenta final con tus pizzas. Si te da más que 1,41 elegí la porción de la grande, si te da menos elegí el cuarto de la chica.

(En la Pizzería Astral de Munro, marzo de 2022)

Post scriptum I: se supuso que buscamos comer más; dado que estamos en cuaresma podrías usar los mismos cálculos pero para tomar la decisión opuesta y comer menos.

Post scriptum II: Todo esto vale para la cantidad de pizza que comeremos en términos generales pero, ¿ya pensaron qué pasaría con los bordes, esos bordes sin queso?