Acá andamos, los infantiles, dándole bolilla a ciertos dolores del corazón. Hace tiempo los sabios dejaron las “tontas creencias” y desarrollaron una ciencia autónoma y adulta. Pero no les fue muy bien. El mundo a arreglar sigue desarreglado. Y por culpa de ellos (y nuestra también, ¿porqué no?) hoy están los escépticos totales, dormidos, indiferentes al máximo, “malamente” resignados al mal.
Es hora de que aquellos (y el “aquellos” que vive en nosotros) se den cuenta que hay que aprender a vivir en este mundo (con ganas de mejorarlo, con el alma en otro mejor). Los que viven “en la luna” son ellos (y el “ellos” que hay en nosotros). Vivir en este mundo, lo que parece que algunos no hacen pero hacen mejor que muchos, es enfrentar el mal con amor. Ni con falsa violencia justiciera ni con vacíos orden o progreso. ¿Quién crees que eres, criatura, que pretendes poder poner orden a tu manera en el “desorden” de Dios, que es el orden más perfecto?
Y ojalá nunca me pese tanto su orden que lo llegue a negar. Dame lo que mandas. Creo, pero aumenta mi fe.
Es hora de que aquellos (y el “aquellos” que vive en nosotros) se den cuenta que hay que aprender a vivir en este mundo (con ganas de mejorarlo, con el alma en otro mejor). Los que viven “en la luna” son ellos (y el “ellos” que hay en nosotros). Vivir en este mundo, lo que parece que algunos no hacen pero hacen mejor que muchos, es enfrentar el mal con amor. Ni con falsa violencia justiciera ni con vacíos orden o progreso. ¿Quién crees que eres, criatura, que pretendes poder poner orden a tu manera en el “desorden” de Dios, que es el orden más perfecto?
Y ojalá nunca me pese tanto su orden que lo llegue a negar. Dame lo que mandas. Creo, pero aumenta mi fe.
Posdata: mientras discutimos no nos olvidemos de despertar a los dormidos.
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