¡Hoy me conmoví tanto con las palabras del Evangelio! Las del sacerdote, luego en la homilía, sonaban como ruido de hojarasca, después de haber escuchado la tormenta en la copa de los árboles. Y quizás fue una gran homilía. No estoy criticando al cura, que habló en nombre de Dios. Es que estoy feliz de que, si puedo decir que fue "una buena misa", fue gracias a que me conmovió la Palabra más importante. (No como tras veces, que para calificar a la misa me he basado en la "calidad" intelectual del sermón).
Posdata: ¡ojo! Tampoco desmerezcamos la importancia de un buen sermón.
3 comentarios:
Ya sabrás que yo, a fuerza de sermones diluídos y triviales, hice el propósito de mantener mi atención flotante al escucharlos. Para evitar enojarme. Es una pena, pero para mi, es más sano.
Guarda Mariana, que por ahí puede entrar el enemigo.
Vos porque no escuchaste los que yo escuché. Igual, gracias por el consejo.
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