sábado, 9 de abril de 2005

Se casa

Con estas solemnes palabras arranca esa Encíclica llamada "Casti connubii", de Pío XI, sobre el matrimonio cristiano, allá por los años mil novecientos treinta.

"Cuán grande sea la dignidad del casto matrimonio, principalmente puede colegirse, Venerables Hermanos, de que habiendo Cristo, Señor nuestro e Hijo del Eterno Padre, tomado la carne del hombre caído, no solamente quiso incluir de un modo peculiar este principio y fundamento de la sociedad doméstica y hasta del humano consorcio en aquel su amantísimo designio de redimir, como lo hizo, a nuestro linaje, sino que también lo elevó a verdadero y gran [1] sacramento de la Nueva Ley, restituyéndolo antes a la primitiva pureza de la divina institución y encomendando toda su disciplina y cuidado a su Esposa la Iglesia."

En 1981, Juan Pablo II nos dice, introduciendo la Exhortación Apostólica "Familiaris consortio":

"Queridos por Dios con la misma creación,(3) matrimonio y familia están internamente ordenados a realizarse en Cristo(4) y tienen necesidad de su gracia para ser curados de las heridas del pecado(5) y ser devueltos «a su principio»,(6) es decir, al conocimiento pleno y a la realización integral del designio de Dios."

Espero que estas palabras nos ayuden a darnos cuenta del gran acontecimiento que viviremos mañana con el casamiento de Fer. Los más emocionables reconoceremos también la magnitud de este sacramento con unas lágrimas en los ojos cuando veamos a los esposos en el altar.

[1] Efesios 5, 32

(3) Cfr. Gén 1-2.
(4) Cfr. Ef 5.
(5) Cfr. Conc. Ecum. Vat. II, Const. pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual Gaudium et spes, 47; Juan Pablo II, Carta Appropinquat iam, 1 (15 de agosto de 1980): AAS 72 (1980), 791.
(6) Cfr. Mt 19, 4.

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