Decía en el artículo ya citado (referente al director de Criterio y a Ratzinger):
“A pesar de que se lo considera uno de los defensores más acérrimos del conservadurismo dentro de la Iglesia, Poirier opinó que el flamante Sumo Pontífice no siempre estuvo conectado con las posiciones doctrinarias conservadoras”.
“‘Como teólogo independiente, durante muchos años, representó más bien el progresismo dentro de la Iglesia y la apertura. Desde que asumió el pedido de Juan Pablo II de estar al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, se convirtió en un personaje más conservador, custodio de la tradición más ortodoxa’, explicó”.
Dijo Arp en “Compostela”, acerca del nuevo Papa:
“He leído su autobiografía y me asombró su trayectoria intelectual (aquel terrible momento en el que Schmaus -el gran teólogo dogmático- estuvo a punto de aparcarle de la carrera académica cuando presentó la tesis)”.
“Pudo ser la estrella del firmamento académico progresista, pero prefirió ser visto como un retrógrado, un papista, el guardián de la ortodoxia, el romano (cuando los alemanes, como explicaba él mismo muy bien, padecen de complejo antirromano), el personaje odioso al que le pegaban las bofetadas que no se atrevían a darle a Juan Pablo II”.
Todo eso me confirma esa idea de que en la Iglesia hay coincidencia sobre lo fundamental y discusión sobre lo que, siendo importante, no es la raíz de la fe. ¿Que cómo saco esa conclusión (expresada en una frase ya conocida)?
Esta clara la cosa ahora, che. La misma persona puede ser un teólogo “de avanzada” y el “defensor de los grandes principios de nuestra fe”. No son cosas contrapuestas.
Ojo, no quiero ser un falso optimista que niegue la existencia de discusiones internas en la jerarquía eclesiástica. Las puede haber. Yo simplemente reacciono ante esa actitud de los medios (culpable o no) de exagerar acerca de luchas internas que no conocen, diciendo irresponsablemente lo que les place.
Nota tipo posdata: tengo ciertas objeciones a lo que dice en otro momento Poirier acerca de Ratzinger. Dije que lo iba a decir, así que lo pongo acá.
“‘Es un intelectual de una trayectoria muy importante, un teólogo de primer nivel. Cuando Juan Pablo II lo llamó a ocupar el cargo en todos los temas referidos a la doctrina de la fe, sabía que llamaba a un hombre de gran apertura, de pensamiento propio y que le estaba pidiendo una misión muy difícil que era dejar de lado su propio pensamiento, su propia investigación, para ocuparse a una tarea que lo comprometía totalmente’, señaló a LA NACION LINE”.
“A pesar de que se lo considera uno de los defensores más acérrimos del conservadurismo dentro de la Iglesia, Poirier opinó que el flamante Sumo Pontífice no siempre estuvo conectado con las posiciones doctrinarias conservadoras”.
“‘Como teólogo independiente, durante muchos años, representó más bien el progresismo dentro de la Iglesia y la apertura. Desde que asumió el pedido de Juan Pablo II de estar al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, se convirtió en un personaje más conservador, custodio de la tradición más ortodoxa’, explicó”.
Dijo Arp en “Compostela”, acerca del nuevo Papa:
“He leído su autobiografía y me asombró su trayectoria intelectual (aquel terrible momento en el que Schmaus -el gran teólogo dogmático- estuvo a punto de aparcarle de la carrera académica cuando presentó la tesis)”.
“Pudo ser la estrella del firmamento académico progresista, pero prefirió ser visto como un retrógrado, un papista, el guardián de la ortodoxia, el romano (cuando los alemanes, como explicaba él mismo muy bien, padecen de complejo antirromano), el personaje odioso al que le pegaban las bofetadas que no se atrevían a darle a Juan Pablo II”.
Todo eso me confirma esa idea de que en la Iglesia hay coincidencia sobre lo fundamental y discusión sobre lo que, siendo importante, no es la raíz de la fe. ¿Que cómo saco esa conclusión (expresada en una frase ya conocida)?
Esta clara la cosa ahora, che. La misma persona puede ser un teólogo “de avanzada” y el “defensor de los grandes principios de nuestra fe”. No son cosas contrapuestas.
Ojo, no quiero ser un falso optimista que niegue la existencia de discusiones internas en la jerarquía eclesiástica. Las puede haber. Yo simplemente reacciono ante esa actitud de los medios (culpable o no) de exagerar acerca de luchas internas que no conocen, diciendo irresponsablemente lo que les place.
Nota tipo posdata: tengo ciertas objeciones a lo que dice en otro momento Poirier acerca de Ratzinger. Dije que lo iba a decir, así que lo pongo acá.
“‘Es un intelectual de una trayectoria muy importante, un teólogo de primer nivel. Cuando Juan Pablo II lo llamó a ocupar el cargo en todos los temas referidos a la doctrina de la fe, sabía que llamaba a un hombre de gran apertura, de pensamiento propio y que le estaba pidiendo una misión muy difícil que era dejar de lado su propio pensamiento, su propia investigación, para ocuparse a una tarea que lo comprometía totalmente’, señaló a LA NACION LINE”.
No me gusta la expresión “dejar de lado su propio pensamiento”. Sí “su propia investigación”, creo que eso es más claro. La otra expresión corre el riesgo de dar la siguiente idea (contraria a la que vine afirmando en el post). La idea de que para ser fiel a los principios de nuestra fe hay que renunciar a nuestras convicciones, pensar distinto de lo que pensamos. Y eso no es así. Si alguien pensara que los principios de su fe van contra su pensamiento pues... pues no tendría fe. ¿No es así? Piénsenlo Uds., yo me viá dormir.
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